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Noche de San Juan, en Ecos Vegadenses.

Publicado en Biblioteca
21 Julio 2013 by

Desde que pisamos los umbrales de la segunda juventud, el resto, o sea la otra mitad de nuestra vida, nos alimentamos casi solo de recuerdos; máxime si por temperamento nos sentimos atraídos por un amor profundo a todo lo pasado. Al influjo de estos cálidos recuerdos a mi memoria acuden como algo indeleble, estas evocadoras noches de San Juan.


¿Quién a tu sombra ¡oh poéticas noches! no alimentó infinitas esperanzas; quién no afrontó el peligro de romperse la crisma escalando el balcón o corredor de su amada para depositar en él la sentida ofrenda de unas flores; quién no hizo vibrar las dulces cuerdas de una guitarra para endulzar tu sueño?
Días de santa tradición, cómo no recordaros hoy que precisamente yacen olvidados por la actual juventud que solo sueña en dar grandes patadas a un esférico...
Ya no hay las famosas fogueiras en las calles de la Galea, Fondrigo, Ferreira, etc., que parecían encerrar en un disco de fuego a nuestra villa, y donde las viejas comadres de estos barrios arrebujadas en la solera de sus casas o próximas a la lumbre - cuyo fantástico reflejo imprimía a las siluetas una visión de aquelarre- cuchucheaban unas con otras, entre tanto buen número de mozalbetes apostaban a quien saltaba la hoguera.
Las mozas de hoy pueden dormir tranquilas; no tienen que impacientarse por saber si un enamorado y rendido galán les deposita un ramo con sentida misiva o mal intencionado y burlón plasma sobre la pared de su casa un magnífico "burro" con negra y pestilente galipota.
Quiero rendir tributo a una fecha para mí inolvidable; creo fue el año 1902. Fecha que no precisamente hizo cambiar el curso de la Humanidad, ni siquiera la marcha del pueblo; nada de eso. Esto casi siempre viene precedido de grandes hecatombes, y no no hubiéramos querido esta responsabilidad; éramos solo una peña de amigos alegres y un poco románticos. Tal fecha reina nada mas en la memoria de unos cuantos que libres aún del último viaje vamos marchando a la estación postrera a donde más rápido que nuestro deseo, nos empujan nuestros años.
Y era una espléndida noche de San Juan. Dispuesta a llevar un poco de optimismo a muchos corazones, una rondalla recorría en magnífico triunfo todas las calles de la villa. Y los que con su música envolvían en sueños de oro a las lindas veigueñas eran nada menos que el simpático José María Villamil "Maragatier", Arcángel Ferrería, Jaime Pividal, Secundino Lastra y otros que hoy no recuerdo, y que si tienen la dicha de vivir, Dios se la prodigue mucho tiempo.
He aquí algunos de los versos desgranados al son de las guitarras y flautas en esta noche de grata remembranza, versos debidos a la pluma del ilustrado hijo de este pueblo D. Fulgencio Ramos Paredes, de gratísima memoria, a los cuales puso música "Maragatier":

Dejad niñas los halagos
y delicias de Morfeo
hoy su cetro nos acato
en la industrial Vegadeo.

Tregua al sueño, nadie duerma,
vuestros ojos ya verán
que no hay noche más alegre
que es la noche de San Juan.

Que se una a nuestra lira
vuestra voz de serafín
como se unen con el Eo
el Suarón y el Monjardín.

Y afinando dulcemente
vuestros ojos ya verán
que no hay noche más alegre
que es la noche de San Juan.

Y estos otros debidos al ingenio de D. Fernando Ferrería, desaparecido hace algunos años, a quien pudiéramos llamar el Quevedo vegadense por su gracejo y humorismo, aunque no precisamente lo reflejen los versos siguientes:

La gloria está en la Galea
y en la Empedrada también,
Paraíso es la Alameda
y el Fondrigo es el Edén;
están por la calle Arriba
las musas del Helicón
y las ninfas del Parnaso
se bañan en el Suarón.

Vamos a Sevilla hurís de la Vega,
esta noche alegre, noche de placer;
volemos en alas de amor que nos ciega
volemos, volemos que va amanecer.
Desde la Giralada hasta las Delicias
y desde Triana a las macarenas
no habrá sevillana, ni pobre ni rica
que no diga ¡olé! vivan las veigueñas.

Y como mayor gloria a nuestros afanes, llega a nuestro oído de vez en cuando la música alegre de estos versos, que saben cantar las gentes del pueblo.
¡No pudimos cobrar en mejor moneda!

Don Luis.

Publicado en el periódico Ecos Vegadenses en el número 80, 2ª quincena de Junio de 1927.
Los primeros párrafos podrían haber sido escritos perfectamente en nuestos días.

Corresponsal

Consejo de redacción de Ría del Eo

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