Introito oportuno: A raíz de la publicación en la revista comarcal "La Vega", de mi artículo "Vegadeo: nostalgia de la concordia", recibí una apasionante y apasionada carta de una persona (no voy a desvelar su identidad por respeto) de la que guardo en mi memoria muy gratos recuerdos de adolescencia y mocedad.
Esta caricatura de Luís de Eulogio, fechada en 1948, me acerca a uno de los sacerdotes emblemáticos de aquel Vegadeo entrañable de mi infancia y adolescencia. Don Modesto fue el párroco del pueblo, en los años cuarenta y cincuenta cumplidos del pasado siglo.
En el curso académico 1965-66, el grupo de teatro del Colegio Mayor "Santa Catalina" de Oviedo, estrenó "La tercera palabra", de Alejandro Casona. Éxito notable de público y de crítica.
Casi al principio de la obra, una de las actrices -instalada en el papel de tía del protagonista- llama a voces a Eusebio, el diligente jardinero de la mansión, y le ordena que acuda presto a recoger a una profesora que había sido contratada para ocuparse de la formación de Pablo, un "buen salvaje" veinteañero, a quien su padre había criado lejos de la civilización para alejarle de las nefastas influencias de la gran ciudad.
...Ya no somos los mismos...¿O sí?. Decía don Antonio Buero Vallejo que "el tiempo somos nosotros y no es posible detenerlo". Pero de cuándo en cuándo, sí que es posible remansarlo y volver la vista atrás.
Acudir a la memoria remota y exhumar momentos de vino y rosas, de la mano de esas fotos de color sepia que guardamos con celo en un rincón íntimo. El cerebro, ese truhán tramposo, al final siempre nos engaña.
Entre la foto en blanco y negro y las de color, habían transcurrido diecisiete años. En la primera, caminando por la playa de Tapia de Casariego, de esmoquin, la expresión en los cuatro rostros es absolutamente elocuente.