Por aquel entonces, D. Juan Antonio Fernández de la Llana ("Juan Santana"), sabedor de mis inquietudes sobre el particular, me significó la importancia que para la Historia de Oviedo simbolizaba el personaje - uno de los cinco patriotas del 9-25 de mayo de 1808, cuyo nombre quedó inmortalizado en sendas placas erigidas en la calle Cimadevilla y en la Sala Capitular de la Catedral ovetense - expresándome al mismo tiempo el deseo de hacerse con copia de algún retrato que pudiera existir del patriota asturiano Lamentablemente, a pesar de los ímprobos esfuerzos que en este sentido se hicieron, no ha sido posible localizar ejemplar alguno y, por lo tanto, satisfacer su interés personal.[1] Pasan los años y así, sin vislumbrar retrato alguno, se llega al mes de octubre del año 2005 cuando en una sala de arte de Madrid se pone en puja el magnífico retrato miniado que preside esta síntesis biográfica.
Este autor, desde luego, desconocía la relevancia histórica que para Asturias significaba la personalidad de D. Gregorio Piquero-Argüelles, el «arrojado patriota» que, junto con el juez García del Busto, dio la primera señal de sublevación contra el usurpador del suelo patrio, lo que le motivó a proseguir con sus indagaciones sobre el protagonista de tan determinante y singular empresa. Sin descender a un pormenorizado estudio de su figura, que llena la primera mitad del siglo XIX, se señalan los hechos y vicisitudes por él protagonizados reflejados en su Hoja de Servicios.
Antecedentes
D. Gregorio Piquero-Argüelles formaba parte del núcleo central de la conspiración que diariamente se venía reuniendo en la casa de D. José María García del Busto, juez primero noble de la ciudad de Oviedo, con el objeto de preparar el alzamiento patriótico contra el invasor francés.
En una de estas reuniones, la acaecida el día 24 de mayo de 1808, los complotados deciden apoderarse del cuantioso depósito de armamento existente en la Real Fábrica (52.466 fusiles de Infantería, 2.745 tercerolas de Caballería y 11.612 pistolas) para armar a la muchedumbre y marchar luego hacia la Plaza Mayor con la intención de deponer al brigadier D. Juan Crisóstomo de La Llave, comandante general de la costa cantábrica[2]. Una vez reunido el heterogéneo paisanaje, éste se divide en tres grupos, poniendo el primero de ellos a las órdenes de D. Gregorio Piquero, quien se disfraza con ropas de Juan Alvarez Santullano facilitadas por Dña. Antonia Alonso de Viado Castro y Alvarez Argüelles, esposa del juez del Busto y la hermana de éste, Dña. Gertrudis (que más tarde casaría con Piquero). En la noche de este día Piquero-Argüelles, poniéndose al frente de su grupo, sale de la casa de García del Busto para encaminarse hacia la casa de Armas, que ya se encontraba ocupada por la muchedumbre y, adelantándose con una facción de los más decididos, se dirige a la Casa-Regencia, en donde sorprende y desarma a la guardia del Regimiento Provincial. Ya dentro de las dependencias es atajado por el ayudante de La Llave, a quien D. Gregorio solicita permiso para ver al general pero, ante la negativa del oficial a facilitarle el acceso, Piquero-Argüelles, muy resolutivo, acude directamente a la estancia en la que se haya reunido con los magistrados de la Real Audiencia, el coronel Llano Ponte y otras personalidades; llama a la puerta y sale el general La Llave, entablándose entre ambos el dialogo siguiente:[3]
La Llave: ¿Qué es lo que ocurre tío á estas horas; habrá poco más de cuatro horas que llegué á esta casa, y ya me trae V. un memorial?
Piquero: Señor General, soy mandado por el pueblo para entregar á V. S. este pliego y recibir la contestación.
La Llave: ¡Hombre, por Dios bendito, mañana es otro día; tengo otras cosas más importantes entre manos, venga usted mañana!
Piquero: Señor, si S. S. no se entera ahora mismo de este pliego, el pueblo hará que V. S. le lea y acaso con lágrimas.
La Llave: Paisano, agradezco mucho la atención del señor Juez primero, pero me choca el que me pida, sin quitarme aún las espuelas, que reuna antes de una hora en esta casa las personas que señala esta lista. ¿Y dónde está el pueblo?
Piquero: Al frente de los balcones de esta misma casa, y armado.
Al advertir a la muchedumbre armada que se agolpaba alrededor de la plaza, La Llave decide evacuar consultas con los magistrados, a los que no consigue localizar porque ya se habían fugado ante el sorprendente e inesperado giro que tomaban los acontecimientos. En su desesperado intento tropieza con Crespo Cantolla, su Auditor, al que inquiere por dónde habían escapado éstos, manifestándole que habían salido por la puerta falsa de la habitación que comunica con la Audiencia. Considerándose abandonado, La Llave delibera con el Auditor acerca de lo acontecido, quien le aconseja que la prudencia en este tipo de situaciones impone ceder a la fuerza de las armas. Asumido el prudente consejo de Crespo Cantolla, La Llave regresa a la estancia en la que se encontraba Piquero-Argüelles para comunicarle la decisión adoptada, redactando acto seguido de su puño y letra la orden conveniente, que la entrega al ayudante para su más exacto cumplimiento.
Datos biográficos:
D. Gregorio Piquero-Argüelles y Ramos del Valle, de calidad Noble, nació en Llanes el día 24 de abril de 1782. Hijo de D. José Piquero-Argüelles y Rodríguez (Noreña, 1755) y de Dña. Antonia Ramos del Valle y Roza (Oviedo, 1760). Estaba casado con Dña. Gertrudis del Busto, hermana de D. José María, Juez 1º de Oviedo.
Fueron sus abuelos paternos, D. Antonio Piquero-Argüelles (Noreña. 1730) y Dña. Francisca Rodríguez (Noreña, 1735).
Habidos del matrimonio ha tenido los siguientes hijos:
(¿) Piquero-Argüelles y del Busto. Varón. Murió joven en España. Hijo legítimo
Emilia Piquero-Argüelles
Maria-Luisa "Pamela" Piquero-Argüelles (Guamacaro. Cuba, 1833)
María Luisa "Pamela" casó con D. Casimiro Antonio Claudio Pérez y Castañeda (La Habana, 1828), de cuyo matrimonio nació Gregorio Pérez y Piquero-Argüelles (La Habana, 1854-1929).
Tras el desempeño del arriesgado y delicado encargo de destituir al general La Llave (que, procedente de Santander, acababa de tomar posesión ese mismo día), la Junta Suprema de Asturias, con fecha 30 de mayo de 1808, le confiere el empleo de sargento mayor[4] del Regimiento de Infantería de Siero. Contaba con 26 años de edad y ya lucía en la bocamanga del uniforme el ancho galón distintivo de este importante empleo. Más tarde, para cubrir la vacante de sargento mayor existente en el Regimiento de Castropol - que suponía el mando accidental de la Unidad por ausencia del coronel Navia-Osorio - con fecha 23 de diciembre de 1808 pasa destinado al citado regimiento. El 8 de julio de 1809 asciende a teniente coronel y continúa ejerciendo el mando interino del Regimiento de Castropol. Más tarde, pasa a prestar los servicios propios de su empleo en los Regimientos de Infantería de Villaviciosa y 2º de Cádiz. El 21 de diciembre de 1812 asciende a coronel y pasa a ejercer el mando del Regimiento de Málaga; el 13 de octubre de 1814 asciende a brigadier, continuando en el mando del citado regimiento hasta fin de septiembre del año 1823 que, por avatares políticos de la época, se ve obligado a emigrar a Cuba, en cuya isla permanecerá hasta el año 1833 en que, amnistiado, regresa a la Metrópoli, siendo nombrado Gobernador militar de Alicante.
El 4 de octubre de 1841, ya con el empleo de mariscal de campo y un gran prestigio militar, interviene en el pronunciamiento moderado contra el general Espartero, regente del Reino; se alza en Vitoria (de la que era comandante general) y en esta plaza, que debía constituir el centro del movimiento, proclama una Junta presidida por el general Montes de Oca. El mariscal de campo Anastasio Alesón - que había salido al encuentro de los sublevados - es informado por fuerzas de caballería que «el cabecilla Piquero y toda su clase vaga por los montes»[5]
El batallón y escuadrones sublevados por Piquero en Vitoria constituían, junto con las tropas de Leopoldo O'Donnell y Borso di Carminati, una base admirable de insurrección pero, debido a la torpe división que los sublevados habían dado a sus fuerzas, el fracaso fue estrepitoso.[6]
Tras el rotundo fracaso en Madrid de la sublevación conservadora, Piquero-Argüelles emigra a Francia, en cuyo país permanecerá hasta el 3 de agosto de 1843.
El 30 de diciembre de 1845 pasa destinado a las órdenes del capitán general de Cuba. En enero de 1846 se hace cargo del Gobierno interino de Santiago de Cuba y en diciembre de 1847 hace entrega del mismo al brigadier Becerra. Según relata Emilio Bacardí y Moreau[7], refiriéndose a Piquero-Argüelles durante el tiempo que ejerció el mando de la provincia, expresa lo siguiente:
«El Gobernador Piquero deja en esta ciudad [Santiago de Cuba] mala reputación, pues de él nació el refrán usado hasta que cayó en desuso: Mas malo que Piquero.»
En la región de Quiebra Hacha (Cuba) poseía D. Gregorio Piquero-Argüelles la propiedad de un vistoso ingenio azucarero conocido por el nombre de "Mariel".
Primero como brigadier y más tarde como mariscal de campo, D. Gregorio Piquero-Argüelles ha estado muy ligado a la figura y sucesos protagonizados por el general D. Leopoldo O'Donnell hasta el punto que éste, cuando fue nombrado capitán general de Cuba por el gobierno moderado de Narváez, reclamó a Piquero para servir de nuevo bajo sus órdenes.
Entre otras distinciones, ostentaba el título de Gentilhombre de Cámara de S. M. la Reina con ejercicio.
D. Gregorio fallece en La Habana el 9 de mayo de 1864, a los 82 años de edad. Sus restos mortales fueron enterrados al día siguiente en el Cementerio de Espada, situado al oeste de la capital cubana. En su lápida, según la guía del cementerio,[8] figura el siguiente epitafio:
«A la memoria del Excmo. Sr. mariscal de Campo D. Gregorio Piquero Argüelles»